Crash,
por supuesto no trata de una catástrofe imaginaria, por muy
próxima que pueda parecer, sino de un cataclismo pandémico
institucionalizado en todas las sociedades industriales, y que provoca
cada año miles de muertos y millones de heridos. ¿es
lícito ver en los accidentes de automóvil un siniestro
presagio de una boda de pesadilla entre la tecnología y el
sexo? ¿La tecnología moderna llegara a proporcionarnos
unos instrumentos hasta ahora inconcebibles para que exploremos
nuestra propia psicopatología? ¿Estas nuevas fijaciones
de nuestra perversidad innata podrán ser de algún
modo benéficas? ¿No estamos asistiendo al desarrollo
de una tecnología perversa, más poderosa que la razón?
A
lo largo de Crash he tratado el automóvil no sólo
como una metáfora sexual sino también como una metáfora
total de la vida del hombre en la sociedad contemporánea.
En este sentido la novela tiene una intención política
completamente separada del contenido sexual, pero aún asi
prefiero pensar que Crash es la primera novela pornográfica
basada en la tecnología. En cierto sentido la pornografía
es la forma narrativa más interesante políticamente,
pues muestra cómo nos manipulamos y explotamos los unos a
los otros de la manera más compulsiva y despiadada.
Por
supuesto, la función última de Crash es admonitoria,
una advertencia contra ese dominio de fulgores estridentes, erótico
y brutal, que nos hace señas llamándonos cada vez
con mayor persuación desde las orillas del paisaje tecnológico.
J.G.B.
Este
segmento fue sacado sin permiso de la edición española
de Crash, publicado por Editorial Minotauro y es parte del prologo
que se publicó por primera vez en la edición francesa,
Calmann-Levy, de 1974. Si el dominio de fulgores te ha seducido,
te recomiendo que leas la novela ya que en ella encontraras muchos
más encuentros y perversiones sexuales, y siendo la mente
el mejor instrumento sexual podras visualizarlos a tu manera.